miércoles, 12 de agosto de 2015

UN FRAGMENTO DE 'EL ABSURDO FIN DE LA REALIDAD'



‘Fue la naturaleza biológica de la bestia la que moldeó la estructura social de la civilización y no esta la que moldeó aquella.’
DESMOND MORRIS




Somos animales de costumbres. Antes recitábamos cuentos en las hogueras primigenias. Después recorríamos las aldeas en carromatos desvencijados y cantábamos épicos y líricos romances. Ahora rodamos películas y editamos libros electrónicos que se pueden leer en el teléfono móvil. Pero la idea subyacente es la misma. Evitar la realidad. El mundo es demasiado aburrido como para no inventar historias paralelas. Incluso, a veces, yo mismo he pensado que soy el único humano de este pueblo y que los demás son todos extraterrestres. Eso explicaría lo extraño que me siento aquí. Y también explicaría por qué los extraterrestres han elegido precisamente Orentes para aterrizar. Ya lo hicieron en Nueva York y en Castellón de la Plana. Allí, a lo mejor, son todos alienígenas debido a una invasión como sucede en aquella película titulada La invasión de los ultracuerpos.  Y ahora, invasión en Orentes, una  insignificante pedanía de Murcia que basa su economía en el pimentón, las hortalizas y la cerveza. Si mi idea de que no soy el único alien del pueblo es cierta debería andarme con cuidado. La llegada de la nave puede que sea una invasión encubierta. ¿A quién debería recurrir? A mis padres no. Ellos me inculcaron de forma subrepticia la pasión por la literatura con la intención de apartarme del mundo real. Acabo, mientras escribo estas líneas de atmósfera conspiranoide, de sentir un déjà-vu. Esa sensación de que ‘esto ya lo he vivido yo antes’ y que los franceses resumen en dos simples palabras: déjà-vu. Acabo de sentir un déjà-vu inverso y premonitorio y me he visto a mí mismo en una nave espacial huyendo del pueblo con todos los libros de mi biblioteca. Que seguramente sea más interesante que los de la Biblioteca Pública de Orentes. O tal vez sea un recuerdo oculto del pasado y llegué aquí en una nave. Uff, qué calor. Cuánta humedad. Tomaré una cerveza y esta extraña sensación pronto desaparecerá del todo.

Pedro Pujante. El absurdo fin de la realidad. Extracto


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