sábado, 25 de abril de 2015

SACRIFICIO DE ROMÁN PIÑA

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SACRIFICIO
ROMÁN PIÑA
SALTO DE PÁGINA, 2015


Hay una especie de prurito entre algunos lectores, e incluso entre literatos, que parece hacerles creer que la buena literatura ha de ser seria, solemne, y que debe esquivar el humor. Sin embargo, Sterne,  Swift, Shakespeare o Rabelais nos dicen lo contrario. También en Sacrificio el lector podrá encontrar buena literatura teñida de mucho humor, en su vertiente más vitriólica y descarnada.
Sacrificio, de Román Piña (Palma, 1966), nos relata la historia de un detective advenedizo, que está sacando tajada de la crisis que azota al país. Uno de los primeros trabajos que se le presenta es un anodino caso: encontrar a una persona que molesta con insidiosas llamadas telefónicas. Este primer caso conducirá al narrador, el detective privado Pablo Noguera, a conocer a Raúl Palmer. Palmer es un profesor de literatura clásica, hastiado de su profesión docente, con ciertas veleidades literarias, que acabará montando una editorial en Barcelona.
Tras este aparente primer caso de poca monta, los acontecimientos comienzan a sucederse de un modo trepidante. El siguiente caso es más extraño y complejo. Se trata de investigar la desaparición de Horacio Topp, hijo de una familia acomodada, gurú de masas, guía espiritual y campeón paralímpico. Un hombre que se ha hecho a sí mismo, sin brazos, sin piernas…sin paradero conocido.


¿Han secuestrado a Topp? ¿Quién querría hacerle daño al hombre más querido del mundo, al joven que ha conquistado los corazones de miles de personas? ¿Al autor del gran libro de autoayuda Nunca falta nada? Tras el hilo de sus investigaciones, Pablo Noguera descubrirá que este libro fue publicado por un editor cuyo nombre cree recordar: Raúl Palmer, uno de sus primeros clientes.
En esta delirante comedia negra (por el humor y porque se aviene al género policial) nos adentramos en la trastienda del mundo editorial. (Para ahondar más en este asunto, recomiendo La mala puta, del mismo autor, junto a Miguel Dalmau, en Editorial Sloper.)  Piña, es además de escritor, editor, por lo que conoce de primera mano los entresijos de la edición. En Sacrificio, como decía, se destapan algunos de los trapos sucios del universo de este mundillo: contratos basura, productos editoriales, trucos publicitarios. Quizá, para resaltar más la parte grotesca de la historia, se ha preferido contar solo lo más truculento e inconfesable de este mundo. Un mundo que parece alzarse al fondo, como paisaje de la misteriosa desaparición de Topp.





Por la alfombra sucia de Sacrificio desfilan personajes de lo más peculiares. El editor sin muchos escrúpulos; el detective bebedor, lector de Salinger y desgastado por la vida; la bella y ninfómana joven; el gurú espiritual parapléjico; el escritor negro… Todos ellos componen un fresco caricaturesco, a veces poco creíble, pero siempre acertado. Acertado porque la novela funciona como una parodia de sí misma, como una gran broma en la que lo más terrible del ser humano se ofrece embadurnado de cinismo e ironía. Y quizá, ahí está una de las claves para que este libro funcione. La habilidad que muestra Piña en narrar los hechos más truculentos, a veces incluso abominables, con frialdad, distancia y mucha mala leche. Una mezcla entre el más irónico Quim Monzó y las pesquisas de Colombo.
La prosa de Piña es limpia, a veces coloquial, pero siempre correcta. Sin excesos ni vacilaciones. Además, la estructura de esta novela breve, dividida en cortos capítulos titulados con nombres de los personajes, consigue que la lectura sea fluida, y que avance a un buen ritmo, sin sobresaltos, sin estridencias, sin que el lector se caiga.

Una historia, en definitiva, divertida, macabra e histriónica por momentos, de aparente ligereza, pero que clava una afilada, sutil  y crítica mirada en el mundo de las editoriales y en la perversidad del ser humano.  

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