martes, 13 de enero de 2015

LOS INCIERTOS LÍMITES DEL ARTE

 

INTENTO DE ESCAPADA  
DE MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ

En los últimos años varios han sido los novelistas que se han valido del arte como eje de coordenadas mediante el cual componer sus obras. Vila-Matas con Kassel  no invita a la lógica reflexiona sobre el arte contemporáneo, en su reconocible estilo autoficticio; o Menéndez Salmón con Medusa. En esta novela,  se planteaba el autor gijonés, al igual que Hernández en Intento de escapada, hasta qué punto una obra de arte es tal, qué está permitido al artista (desde un punto de vista ético) o cuánto dolor o denigración estamos dispuestos a soportar en pos de una experiencia estética.
La primera novela del autor murciano Miguel Ángel Hernández (1977) es una historia con un argumento sólido, a la que hay que sumar algunos hallazgos más que la hacen destacable. Estos serían, por supuesto, esa capacidad para aproximarnos  a los neófitos a una teoría del arte contemporáneo y sobre todo lo que consigue Hernández es plantearnos preguntas. Porque toda buena novela genera interrogantes, y en Intento de escapada el lector se verá bombardeado por sugerentes incógnitas,  que tienen que ver con la ética, el arte y que apuntan a esa borrosa frontera entre lo moral y lo estético, entre el mal y el acto creativo.
Vayamos por partes. El argumento. La historia trata de Marcos, un joven universitario, amante del arte moderno, que acabará obsesionado con Jacobo Montes, un artista conceptual controvertido que explora en sus obras la dimensión social del arte. El joven e inocente Marcos, seducido también por Helena, atractiva profesora universitaria y amiga  de Montes, comenzará a prestar ayuda al genial artista en su próxima obra. Que de hecho tendrá lugar en la ciudad en la que vive y estudia Marcos.

Al comienzo, el joven Marcos se sentirá fascinado por la posibilidad de formar parte del proyecto de este carismático artista. Pero a medida que avanza la trama Marcos irá descubriendo que el tal Montes esconde secretos, que su personalidad tiene matices y sombras que le asustan y que quizá tras el aspecto de artista innovador se esconda un ser sin escrúpulos. Montes afirma que no intenta decir nada con sus obras, que tan solo trata de mostrar la realidad. Un posicionamiento ambiguo, porque ¿es posible crear una obra de arte y pretender que esta no signifique nada, que sea meramente una reproducción de la realidad, sin influir en ella?
La obra que se dispone a realizar consiste –siempre en su línea rompedora, controvertida, desafiante- en encerrar a un inmigrante en una caja para comprobar cuánto tiempo es capaz de resistir en ella por dinero, sin comer, beber… Y desde este planteamiento, el lector, a través de la mirada fascinada pero cada vez más crítica de Marcos, se preguntará: ¿qué es una obra de arte? ¿Dónde está la frontera entre ética y estética? ¿Es lícito aprovecharse de las miserias de seres humanos y de su sufrimiento para construir un artefacto artístico? ¿Es Jacobo Montes un artista, un megalómano,  un mercenario del arte, un sádico, un hombre pragmático al que solo le interesa el dinero o la fama? En definitiva, la pregunta que rondará al lector es,  con Montes en el horizonte: ¿todo vale en arte contemporáneo? ¿La idea abstracta está por encima de la vida concreta? ¿Es un hombre que sufre un producto digno de alabar artísticamente?
Se acaba la novela con más preguntas que respuestas. El arte está más allá de la lógica, escapa a cualquier razonamiento, aunque parece obvio que hay fronteras que no se deben traspasar.
La evolución de Marcos a lo largo de la novela es muy lograda. Hernández ha diseñado una especie de disimulado alter ego de sí mismo que funciona perfectamente como catalizador de muchas  de sus inquietudes literarias, artísticas y existenciales.  Las reflexiones del protagonista alcanzan en ocasiones cierto lirismo metafísico que hacen que esta lectura vaya más allá del mero disfrute literario. En las páginas de Intento de escapada hay además un deleite intelectual que nos hace ahondar en las cuestiones ya mencionadas y que consigue que nuestras convicciones se tambaleen. Intento de escapada sobrepasa su propia escritura.

Y como colofón, en las últimas páginas Hernández, en la más pura vena vila-matiana, da un leve volantazo metanarrativo para hacernos ver que la propia novela está inserta en su propia vida (es decir, en la biografía de Marcos, el narrador y protagonista), en el tejido mismo de su experiencia como creador, y que es el resultado de esas vivencias intensas que marcaron su último año de carrera.
Una espléndida primera novela que mantiene la atención del lector, de prosa ágil, intensa, con momentos de gran altura literaria y acertadas consideraciones sobre la vida y el arte, y que se combina lo mejor del thriller culto y del Bildungsroman.

PUBLICADO EN LA OPINIÓN, SUPLEMENTO LIBROS. SÁBADO 11 ENERO 2015

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